martes, 20 de mayo de 2014

COMO IMPLICAR A LAS FAMILIAS CON NIÑOS DE TDHA

Proporcionarle una estructura y supervisión diaria. A la mayoría de niños con TDAH, les cuesta organizarse, por lo que se verán beneficiados de una mayor estructuración y supervisión. Tener un horario y unas rutinas les facilitará afrontar mejor sus responsabilidades en la vida.
Captar su atención. No conseguiremos nada de un niño con TDAH a menos que consigamos captar su atención.
Hacer preguntas. Para cerciorarnos de que ha comprendido las instrucciones, normas o en qué consiste la tarea, es conveniente hacerle alguna pregunta o pedirle que repita lo que ha entendido.
Negociar unas normas y sus consecuencias. Las reglas deben ser directas y sencillas. Hay que implicar al niño en la selección de normas y en sus consecuencias.
Darle advertencias y un margen de tiempo. En las generaciones actuales parece que no surten mucho efecto las imposiciones como “hazlo porque lo digo yo”. Resulta más efectivo advertirles y darles un margen de tiempo para realizarlo. Si no lo llevan a cabo, se deberán llevar a cabo las medidas pactadas.
Aplicar contingencias inmediatas. Cuando el niño con TDAH está ante un trabajo que le parece pesado, aburrido o poco reforzante, siente el impulso de buscar algo diferente en que entretenerse. Saber buscar refuerzos positivos adecuados será clave en este proceso.
Dar refuerzo con una alta frecuencia. Para los padres es muy sencillo insistir a su hijo sobre las cosas que no está haciendo bien, pero les resulta complicado ofrecer refuerzo positivo de forma frecuente e inmediata. El secreto de una buena disciplina es reconocer, reforzar y recompensar la buena conducta. Disciplina no es sólo castigar, sino modificar el comportamiento incentivando la mejora.
Utilizar la recompensa más que el castigo. La estrategia habitual de recurrir al castigo en respuesta a un mal comportamiento, es adecuada siempre y cuando su hijo se porte mal ocasionalmente. No podemos olvidar que más que la extinción de una mala conducta, buscamos la aparición de conductas deseadas. Por ello cobra más valor el refuerzo positivo que el castigo. No obstante, se dice que la proporción debe ser de un castigo por cada 2-3 refuerzos, por lo que no debemos olvidarnos tampoco del castigo.
Esforzarse por ser consistente. Debemos ser constantes en las estrategias empleadas y en las conductas objetivo que pretendan aumentar o disminuir aunque el contexto sea diferente.
En conclusión, es efectivo darle instrucciones claras y concisas, reorganizarle el trabajo para hacerlo más motivador,refuerzos inmediatos, para intentar finalmente reconducir su conducta hacia objetivos futuros y no hacia gratificaciones inmediatas.
Los padres eficaces combinan la disciplina con amor. Del mismo modo que no hay que tener reparos en manifestar el cariño que siente por su hijo, tampoco ha de tenerlos para definir claramente los comportamientos inaceptables. Para que su labor correctiva sea eficaz, deberán combinarla con el refuerzo del comportamiento correcto.

Enseñar a portarse bien es un proceso continuo

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