COMO IMPLICAR A LAS
FAMILIAS CON NIÑOS DE TDHA
Proporcionarle una
estructura y supervisión diaria. A la mayoría de niños con TDAH, les cuesta organizarse, por lo que se
verán beneficiados de una mayor estructuración y supervisión. Tener un horario y unas rutinas les facilitará afrontar mejor sus responsabilidades en
la vida.
Captar su atención. No conseguiremos nada de un niño con TDAH a menos que
consigamos captar su atención.
Hacer preguntas. Para cerciorarnos de que ha comprendido las instrucciones,
normas o en qué consiste la tarea, es conveniente hacerle alguna pregunta o pedirle que repita lo que
ha entendido.
Negociar unas normas
y sus consecuencias. Las reglas deben ser
directas y sencillas. Hay que implicar al niño en la selección de normas y en sus consecuencias.
Darle advertencias y
un margen de tiempo. En las generaciones
actuales parece que no surten mucho efecto las imposiciones como “hazlo porque
lo digo yo”. Resulta más efectivo advertirles y darles un margen
de tiempo para realizarlo. Si no
lo llevan a cabo, se deberán llevar a cabo las medidas pactadas.
Aplicar contingencias
inmediatas. Cuando el niño con
TDAH está ante un trabajo que le parece pesado, aburrido o poco reforzante,
siente el impulso de buscar algo diferente en que entretenerse. Saber buscar refuerzos positivos adecuados será clave
en este proceso.
Dar refuerzo con una
alta frecuencia. Para los padres es muy
sencillo insistir a su hijo sobre las cosas que no está haciendo bien, pero les
resulta complicado ofrecer refuerzo positivo de forma frecuente e inmediata. El
secreto de una buena disciplina es reconocer, reforzar y recompensar la buena
conducta. Disciplina no es sólo castigar, sino modificar el comportamiento incentivando la mejora.
Utilizar la
recompensa más que el castigo. La estrategia habitual
de recurrir al castigo en respuesta a un mal comportamiento, es adecuada
siempre y cuando su hijo se porte mal ocasionalmente. No podemos olvidar que
más que la extinción de una mala conducta, buscamos la aparición de conductas deseadas. Por ello cobra más valor el refuerzo positivo que el
castigo. No obstante, se dice que la proporción debe ser de un castigo por cada
2-3 refuerzos, por lo que no debemos olvidarnos tampoco del castigo.
Esforzarse por ser
consistente. Debemos ser
constantes en las estrategias empleadas y en las conductas objetivo que pretendan aumentar o
disminuir aunque el contexto sea diferente.
En
conclusión, es efectivo darle instrucciones claras y
concisas, reorganizarle el
trabajo para hacerlo más motivador,refuerzos
inmediatos, para intentar finalmente reconducir su conducta
hacia objetivos futuros y no hacia gratificaciones inmediatas.
Los padres eficaces
combinan la disciplina con amor. Del mismo modo que no hay que tener reparos en
manifestar el cariño que siente por su hijo, tampoco ha de tenerlos para
definir claramente los comportamientos inaceptables. Para que su labor
correctiva sea eficaz, deberán combinarla con el refuerzo del comportamiento
correcto.
Enseñar
a portarse bien es un proceso continuo.
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